Vaquero reciclado.
El traje era auténtico, como el caballo, el sombrero, el antifaz y el pañuelo que ocultaban su rostro. Los cartuchos de dinamita y el revólver eran magníficas imitaciones. Tan reales que generaban el miedo suficiente para recaudar aquel dinero ilícitamente arrebatado a gente humilde, y que aquel vaquero devolvía a cada una de las personas injustamente empobrecidas y humilladas por avarientos y desalmados.
Aquel abogado de oficio luchaba contra la injusticia, pero era incapaz de generar violencia a otro ser humano. En los últimos años, se ha especializado de tal manera en la cibernética y la seguridad digital, que ahora se ha convertido en un experto, y entra, como "Pedro por su casa", en las cuentas millonarias, muchas de ellas en paraísos fiscales, de personas que se han apropiado de dinero público, o del ahorro de colectivos estafados, y las vacía, las arrasa, revirtiendo los fondos a su origen.
Cada día se le está acumulando más trabajo, y cada día disfruta más dejando en números rojos a políticos de todo tipo, banqueros, empresarios, y hasta de la realeza. Pero ahora ya no tiene que vestirse de vaquero y amenazar con aquellas falsas armas.
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