Al Teide sin permiso.
Me colé al acceso a la cima del Teide, sin un necesario permiso. Al bajar un empleado me pregunta mi nombre y apellidos, y comienza a buscarlos en un grupo de permisos, vuelve a mirarlos una y otra vez... y nada. Me acojono, pienso que me han pillado, pero entonces dice: perdone señor, no encontramos su permiso para devolvérselo como recuerdo. Aliviado y muy convincente le digo: no se preocupe, tengo una foto en la cumbre para demostrarlo.
Anécdota real, pequeña carcajada.
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