Lo que usted diga, doctor Frankenstein, le contestó con el servil entusiasmo de un discípulo a su idolatrado maestro, el doctor Jekyll. Mientras asía con precisión un afilado bisturí, tras anestesiar a aquella meretriz.
¡Déjame a mí!, dijo Mr. Hyde con voz aguardentosa, empuñando el bisturí a modo de puñal.
Otra voz intervino recordándoles el juramento hipocrático. Y desde esa misma garganta salió otra voz que manifestó que psicoanalizaría sus sueños y su psique.
Este joven con sus investigaciones obsesivas para la tesis sobre la medicina en la literatura, había desarrollado personalidades de un ramillete de galenos, y ahora una de ellas tomará las riendas del asunto, después de apurar la botella de whisky.
Qué interesante....
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