Incienso
En
la sacristía los viernes, antes y después de los rezos, ese humo del incienso
tan especial, nos relaja, nos pone la risa floja, parecemos flotar. Ese
incienso milagroso que trajo Zabel de su viaje a Ámsterdam, ella decía que allí
es muy común, sobre todo en los bares. Ahora aquí tenemos una gran plantación. Es
una maravilla nos pone eufóricas, pierdes la noción del tiempo, pareces
levitar. Ese incienso impregna todo el templo y es tan alucinante que a veces
vemos luces mágicas, creemos sanar de alguna dolencia. Ay cuantos años
estuvimos sin ti, incienso milagroso. Ahora ensayamos cantos y rezos cada día,
enganchadas a nuestro incienso.
Mi aportación a El Bic Naranja: viernes creativos. Escribir algo sobre la foto de Santiago Fernández.
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