Padre
previsible
El
nombre de mi hermana era primordial para mi familia y para mí. Primero el yate se
llamó como ella, más tarde la cadena de restaurantes y al final el agua de
colonia del imperio empresarial. Mi padre achacaba su inmensa fortuna en parte
al nombre fetiche. Mi hermana disfrutaba de una lujosa vida. Por darle
disgustos, yo quedé desheredada. Mi revancha comenzó al imaginar la palabra de
acceso a la cuenta bancaria. Creció con la combinación de la caja fuerte, me
resultó fácil, su fecha de nacimiento. Y culminó cuando, el dichoso Minerva, era
la clave para cambiar el testamento.
La hermana choriza de Minerva. ¡Qué mala es la envidia!.
ResponderEliminarMuy inteligente el padre, jejeje
ResponderEliminar