Desmadejar
Dado que era la hora de las pastillas, la de “No-independizado”
y la de “noteculpesfuerontuspadresquetemaleducaron”, y no aparecía. Extrañada y
preocupada, como cualquier madre responsable al uso, marqué su móvil. Me contestó el encargado del
taller de pintura, ese del portal de al lado, que me contó algo de unos enredos
y de lo complicado de explicarme aquella situación y más por teléfono. A los
tres minutos me presenté en la nave. Y tras poner a caldo y amenazar con
denuncia al tipejo sacacuartos, por dejar pasar a mi hijo sin autorización paterna,
siendo de obligado cumplimiento para los que viven con los padres, aunque rebasen
de largo la treintena. Me acerqué a la madeja de extremidades y reconocí su mar
de pecas y un par de lunares. Con mi destreza de costurera casi profesional,
desenredé a mi Santiaguito.
¡Aaaay, calamidades! Ni siquiera sabéis posar para una
bacanal, le dije a mi guaje, mientras le sacaba de la oreja.
Fotografía de Hans Breder.
Mi ocurrencia o relato para los viernes creativos de la página El Bic Naranja, inspirado en la foto.
ResponderEliminarPues es verdad que dan ganas de rasgar la urdimbre de brazos y piernas; eso es lo que tú me has sugerido con tu relato.
ResponderEliminarAviso: "siquiera" va todo junto, se te ha colado un espacio....