Pequeño saltamontes
Si
dijera que sentí dolor mentiría. El bate de beisbol golpeando mis huesos y
partiéndose en mi cráneo. Mi piel arrancada en tiras. Mi cuerpo era como un
corcho insensible. Aquel maestro de Kung-fu me enseñó a elevarme fuera del
cuerpo. Cuando me creyeron muerto o inconsciente, se relajaron apartados de sus
armas. Regresé de mi trance como pequeño monje Shaolín y busqué con certeza los
puntos vitales de mis tres secuestradores. Eso sí, sólo noquearlos, la no violencia
fluye por mi alma. Una voz conocida me felicitó, era mi maestro, prueba
superada añadió.
Microrrelato para la SER concurso REC
ResponderEliminarPablo pintalo como quieras, pero eso duele: joderrrr, como no va a doler.
ResponderEliminarSe evade del cuerpo, jaja, el kun-fu era así de duro
Eliminar