El músico callejero recibía muchos aplausos pero ninguna
moneda.
Tercer local de apuestas que
volaba el dinamitero. Los vecinos aplaudían. Los ludópatas apostaban para cuándo
el siguiente.
“De merienda, fiambre”, bromeó el patólogo, el cadáver
aplaudió y aterrados pararon la autopsia.
Mientras todos gritaban de miedo al ver a los
extraterrestres, la niña aplaudiendo chilló: “E.T.”
“Me aplaudiría a mí mismo”,
decía en voz alta y con cara de pena el capitán Garfio.
Todos los personajes
aplaudieron al escritor, excepto el joven que murió en la segunda página camino
de la orgía.
Aplaudían cada día a la camarera cuando sin anotar, les
servía los diez tipos de café y desayunos distintos.
Miles de personas
aclamaban a la concursante del “reality”. A la premio Nobel, le aplaudían
quince.
Ovacionaron al comandante al tomar tierra. Gritaron de
terror al ver que el aeropuerto estaba lleno de ovnis.
Aplaudió a rabiar hasta que
se electrocutó. El mecánico de robots le prohibió ver dibujos animados.
Su novia aplaudió con sorna la explicación sobre aquel
carmín y la pérdida del slip.
Las palmadas acompasadas “in
crescendo” de los reclusos al alcaide, Brubaker, le arrancaron lágrimas primero
y aplausos después.
“Me he acostado
con tu hermano”, dijo ella con cara compungida. “Actriz magistral cariño”,
aplaudió él. Pero ella no actuaba.
Dejaron de aplaudir cuando el Joker comenzó a disparar
sobre el público.
Se enfadó al ver un cartel de
“aplausos”. Cada vez que lo levantaban, él silbaba. En el descanso lo
expulsaron del plató del programa en directo.
El punto débil del hombre invisible era su instinto por
aplaudir y entonces le atraparon.
Los aplausos al funcionario le irritaban, él necesita más
pluses y menos palmaditas.
Todos aplaudían cuando la radio anunció el fin de la
guerra. En su país, él añoraría a su enfermera y amor platónico.
El delantero aplaudió al árbitro, le costó la expulsión,
pero a la par, su socio cobraba una fortuna de la apuesta.
Cuando los diputados del
partido terminaron de aplaudir puestos en pie una idiotez, desde la grada del
público, él grito: “Borregos”.
El escritor era un tirano con sus personajes, que
aplaudieron cuando el hombre invisible salió del libro y le disparó.
Los alienígenas lo pensaban eliminar, pero al probar su
menú aplaudieron y le montaron un restaurante en Marte.
Al abrir el cofre del
tesoro, comprobó sorprendido que estaba vacío. Se irritó cuando escucho unos
aplausos.
Tras cada milagro acallaba los incipientes aplausos de la
multitud.
Famoso por sus aplausos efusivos y sus “bravos”, le
invitaban a acudir gratis a teatros y monólogos.
La actriz debutante se quedó en blanco, el teatro de
inmediato irrumpió en una enorme ovación.
Mis ocurrencias sobre EL APLAUSO, en forma de microrrelatos de 140 caracteres, incluyendo espacios. Para cuenta#140 de El cultural.
ResponderEliminarMe ha encantado esto de los APLAUSOS, una vez más me tiene admirado tu ingenio y sobre todo la facilidad que tienes para describir multitud de situaciones distintas. Enhorabuena
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco. Me siento halagado. Un abrazo
EliminarTienes la chistera llena de fantasía. Los personajes que sacas para crear relatos con la palabra "aplauso" me admira mucho.
ResponderEliminarMe llenáis de halagos. Muchas gracias, Alicia. Besitos
EliminarAplaudo estos simpáticos relatos. Son tantos y tan originales que se merecen unos minutos de aplausos.
ResponderEliminarHala! Me halagas con tantos aplausos. Nadie se ha leído mi blog entero, gracias, Jesús.
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