Fantasía
contagiosa.
Era nuestro
sueño. Iríamos a ese país de las maravillas donde los cuentos de hadas son
palpables y las sonrisas de los niños son permanentes y contagiosas. Él deseaba:
abrazar a Alicia, sonreír a Mickey, volar con Campanilla o en la alfombra de
Aladino, y nadar con la sirenita y el cangrejo buscando al pez payaso. Pero un
día aquella bruja asfixió la fantasía de un inocente y por eso permanecerá
recluida en una mazmorra. A no ser que antes la duerma asegurándome que ningún
beso la despertará.