viernes, 18 de enero de 2019

Monólogo de una mosca


Monólogo de una mosca

Recorro el botón, el dedal y la tijera. Un joven acaba de comprar mermelada a una vendedora, corta una rebanada de pan y la unta de la confitura. Ese olor me obliga a volar hasta allí, donde me relamo. Una docena de mi especie me imitan. Nosotras las moscas tenemos una habilidad innata a base de movimientos rápidos de anticipación nos sentimos a salvo para esquivar manotazos de los humanos, que no siempre resulta infalible. El modisto con un golpe certero da al traste con siete de mis compañeras que pasarán a la historia nada más y nada menos que como gigantes aplastados. Así surge la leyenda del sastrecillo.

Las moscas siempre hemos tenido muy mala prensa, en ciertos cuentos fuimos maltratadas, obviadas y eliminadas. Y esas fábulas han llegado adulteradas. Sin ir más lejos, el sueño mítico de la bella muchacha, nos narraron que fruto de pincharse con la rueca, cuando el verdadero motivo fueron los picotazos de mis primas lejanas, las tse-tsé. También tergiversado porque la realidad es que la chica despertó cuando mis familiares rurales, los tábanos, mordisquearon su cara y sus labios, y no por el beso de un príncipe.

Aquelarre


Aquelarre

Mientras llevan al patíbulo al último candidato, un tal Torquemada. Brujas, herejes y cátaros llegados de distintos lugares brindamos sin parar. Galileo y Juana de Arco aplauden desatados como los invitados de honor. La tortura de cosquillas produce carcajadas contagiosas que llenan la atmósfera de Zagarramurdi. Este aquelarre es para morirse de risa.

martes, 15 de enero de 2019

Pasatiempo


Pasatiempo

Me quedé dormido hilvanando constelaciones con hilo teñido de purpurina en aquella tela ligera. Después de cenar la atábamos a globos a modo de cometas. Nos juntábamos todos los niños y trazábamos líneas imaginarias para dibujar toros, caballos alados o escorpiones. Mientras soñábamos historias despiertos o dormidos bajo nuestras estrellas, la lejanía de la familia y del hogar se nos olvidaba un rato.

miércoles, 9 de enero de 2019

El profesional


El profesional

Ordenó sin pestañear que disparase ya, se estaba irritando. Cada segundo le subía una gota de ira a su cabeza. En qué hora le había pedido hacerlo a este inútil. Él sí era un verdadero profesional en la materia. No le temblaba nunca el pulso y elegía siempre el ángulo adecuado. Cansado de torpezas, armó el trípode y colocó la mirilla. La buena fotografía era cosa de expertos.