jueves, 30 de mayo de 2019

Trastorno


Trastorno

Sí, soy su esposa y la más cornuda de la localidad. La poligamia trastornó a mi marido en aquellas vacaciones en Túnez. Así lo certificaron los psiquiatras. Se hizo musulmán. Alquiló un local que sería su harén. Ofrecía el oro y el moro a multitud de mujeres. Me consta que con fracaso absoluto. Mientras él tiene la fama, yo cardo la lana a diario con el entrenador de pádel, el profesor de italiano y el masajista.

Detalles


Detalles

Sí, soy su esposa, contestó ella al notario. Cuando terminaron los papeleos, ella era la única heredera de esa gran fortuna. La verdadera mujer estaba amordazada en un sótano. La impresión 3D era increíble, parecía real. La androide era un calco perfecto. Hasta su voz coincidía. Para el siguiente timo, sólo faltaban unas lágrimas en el entierro. Pequeños detalles a mejorar.

El desertor


El desertor

Sí, soy su esposa, contestó al oficial que le comunicó la fatal noticia del frente. Viuda y con dos críos en tiempos de hambruna. Acabó accediendo al matrimonio con el tullido, inútil para la guerra. Su pequeña fortuna mantuvo a los tres. De agradecimiento pasó a tenerle cariño. Dos años después, terminada la guerra, ha aparecido al que dieron por muerto. Ella ahora tiene dos esposos. Los cinco conviven en armonía.

viernes, 24 de mayo de 2019

Tal cual


Tal cual

Esquivo las apariencias,

no sigo modas,

no quiero piercings ni tatuajes en mis carnes,

evito el dolor innecesario,

quiero mucho a mi piel.

No soy de pagar por series,

sobrevivo sin Juego de tronos,

no soy de Instagram ni del postureo,

rehúyo ser marioneta del consumo,

soy yo mismo, tal cual.

Me gustan las personas por dentro,

las sonrisas no fingidas,

la verdad sin apariencias,

tal cual.

Diálogo Eva y San Pablo (Convergencias)


Diálogo Eva y San Pablo (Convergencias)

—Hola Saulo, bueno perdona, debo llamarte Pablo, te cambiaste el nombre. ¿Cómo te va?

—Aquí me tienes con la mano agotada de tanta epístola a todos los pueblos, estresado, no doy abasto. ¿Y tú qué? ¿Paseando por los parques naturales? Vaya vida te pegas, Eva.

—Paseando dices… desterrada del Edén por la puñetera serpiente. Me presentó aquella manzana golden tan reluciente, con el hambre que yo tenía. Ojalá hubiese sido carnívora porque le habría arrancado la cabeza, a la rastrera, y me la hubiera zampado. Desde aquello tengo fobia a las frutas.

—Anda y yo odio a los cuadrúpedos desde que me tiró el caballo. Menuda costalada me pegué. ¿Y Adán dónde anda?

—Acabé abandonándole, insistía encadenado allí en la puerta del paraíso con una pancarta “Adán reingreso al Edén”, peloteando a Dios, que él no había desobedecido. El acusica me echa a mí toda la culpa, menudo egoísta. ¡Que le den!

—Si quieres que interceda por ti, yo con el hijo tengo un poco de mano, hablo con Jesús y malmeto sobre la falta de solidaridad de Adán contigo. Eso sí, a cambio ayúdame con las epístolas que no me da la vida.

—Trato hecho, Pablete. Cuando charle con el padre, elogiaré tus virtudes, tu trabajo incansable y le recordaré las negaciones del Pedrito.


lunes, 13 de mayo de 2019

Erasmus


Erasmus

De toda la vida en mi familia usábamos refranes y dichos. Nunca le dimos importancia hasta la llegada del joven de intercambio cultural. Empezó a preguntarme por: Jauja, la sopa boba y Perogrullo. La cosa se fue complicando con la longaniza para atar a los perros, los cerros de Úbeda y la biblia en verso. Puse los puntos sobre las íes, si no dejaban los dobles sentidos y las frases hechas, yo tomaría las de Villadiego, les cargaría con el muerto y me despediría a la francesa. Por suerte no acabó como el rosario de la aurora. Pelillos a la mar.


lunes, 6 de mayo de 2019

La leona


La leona

Me queda un regusto amargo en la boca. Del primero creo que es la gomina, del segundo la crema protectora y de este tercero el sudor avinagrado y su exceso de cerumen. Me he especializado en los que se recrean apuntando sus escopetas a elefantes y rinocerontes. Ansían los colmillos y cuernos. Los trofeos de cabezas para taxidermia, ahora son humanos. Esto me divierte más que las agotadoras carreras tras los antílopes.

El árbitro


El árbitro

Me queda un regusto amargo en la boca, supongo de la sangre que mana de mi labio y mis dientes tras los puñetazos. O quizá del silbato que no ha pitado penalti, a pesar de las caídas fingidas en el área. Adiós al maletín con los tres mil euros. Al menos puedo dormir a pierna suelta. Hoy con las heridas veremos. Mi conciencia, aunque pobre, continúa sin rasguños.