miércoles, 30 de noviembre de 2016

Fui ...sin saber

Fui ... sin saber.

Fui a quemar un rastrojo, sin saber,
y casi salgo abrasado.

Fui a vendimiar, sin saber,
y la tijera tajó mi mano.

Fui a declarar mi amor, sin saber,
y me dolió por dentro.

Pero al menos ... fui.

Mugrosa pero valiosa

Mugrosa pero valiosa.

Estoy helada de frío, en el suelo junto a una alcantarilla, faltan tres días para Navidad. Estoy mugrienta y roñosa. Soy muy pequeña, insignificante. Las personas me ignoran y desprecian, pasan de largo.

Os preguntaréis: ¿De dónde vengo y cómo he llegado hasta aquí? Pues os contaré algo de mi vida ...

Nací en un país extraño y minúsculo, donde todos llaman Papa, con mayúscula, a un señor que no tiene hijos. Llevo casi 15 años dando tumbos, recorrí casi toda Italia, me sumergí en la Fontana de Trevi, y en otras fuentes. He conocido media Europa. En algunos países no me admiten. Los idiomas nunca han sido ningún problema para mí. He pernoctado en infinidad de casas, en algunas he jugado a las cartas y al bingo con ancianos. También he dado ánimos a los músicos callejeros. Me encanta ir de compras a todo tipo de tiendas y comercios. Tengo enormes tatuajes en cada lado de mi cara.

Con estas pistas quizás todavía soy enigmática y no habéis adivinado quién soy.

Soy una moneda con ínfimo valor. No valgo nada. Viajo de mano en mano, en bolsillos, en monederos, en cajas registradoras.  parezco más de color gris negruzco que de cobre brillante. Ya no se aprecian mis motivos impresos en mis caras. Nadie me quiere ni en las vueltas. Me ven en el suelo de una calle o de una tienda y nadie se molesta en agacharse a cogerme. ¡Bah, un céntimo de euro! , con eso no se puede comprar nada; todos piensan igual.

Pero lo que desconocen es que yo soy muy especial, llevo un defecto de cuando me fabricaron. Quién averigüe mi peculiaridad podría obtener por mí un valor que ni se imagina. Acabaré en una exposición de objetos únicos. Pagarán miles de euros por mí.

De la temblorosa mano de una octogenaria que salía de la panadería, he caído y he rodado unos metros, y aquí llevo dos horas.  Por fin, se me acerca esta jovencita huérfana, cansada tras su larga jornada laboral, pues no pudo pagar la matrícula de la universidad. Su madre está en paro, su padre no superó aquel infarto. Este año no habrá regalos de reyes. Ella coleccionaba monedas cuando era niña. Me recoge ilusionada. Su cara se ilumina. Se ha dado cuenta de mi rareza. Quizá yo pueda alegrarle un poco su navidad ...

Venciendo la timidez

Venciendo la timidez.

Y le rozaba los dedos al entregarle el paquete de chicles, su excusa diaria para verla. Sin parar de mirarla, ensimismado, algo ruborizado, su corazón acelerado. No podía quitársela de la cabeza desde que compartieron pupitre y sonrisas nerviosas en la prueba de Selectividad dos semanas atrás. Un día después ella comenzó de cajera del supermercado del barrio.

Cada noche consensuaba con su mente y su almohada las palabras apropiadas para dirigirse a ella, pero cada día ya en la caja, su timidez vencía, dejándole mudo. ¡De mañana no pasa!, se repetía.

Le asaltó  una idea, sí eso haría. Se informó de su hora de salida. La siguió a cierta distancia, y vio en qué portal entraba. Muy temprano a la mañana siguiente, tras aquella tarde y noche emborronando hojas, para poder expresarle todo lo que rondaba por su cabeza y su corazón, cuidando su mejor caligrafía. Se deslizó en aquel portal y localizó el buzón donde figuraba: Ana Santana Bandera, ese nombre y apellidos que grabó en su memoria el día del examen. Allí depositó esa carta y todas sus esperanzas.

No se atrevía a entrar al supermercado, estaba bastante más nervioso que en el examen de Selectividad. Habría leído Ana ya la carta que le dejó ayer ... Desde el pasillo de la panadería ya puede verla, su sonrisa radiante y sus gestos agradables. Se acerca muy despacio, temeroso, lleno de dudas, pero tan ilusionado como cuando aún creía en los reyes magos, frente a su regalo.

Por fin sus miradas se encuentran. Ella parece sonreír abiertamente. Será buena señal, se pregunta en su mente, ¡ojalá que sí!. Ya está frente a ella. Y de repente aquellas palabras:

-Hola Diego, compi universitario. Yo también soy tímida. Te he visto todos los días comprando chicles. He leído varias veces tu carta, y tu poesía, son lo más bonito que me han escrito nunca, le dijo mientras asomaba ligeramente el sobre en el bolsillo de su uniforme. Dentro de una hora salgo, ¿me esperas en la puerta? Tenemos tanto que contarnos ... Yo también quiero conocer todo sobre ti y que sepas todo sobre mí.

- ¡Claro que sí, te estaré esperando Ana! 

Aquella hora se le hizo eterna, y qué largos esos 15 días desde que la vio por primera vez. Pero ahora estaba feliz, y todo había merecido la pena. Sabe que ella va a ser la primera persona a la que va a confiar sus sentimientos, sus secretos que nadie conoce, y sobre todo cómo él se enfrentó a aquel maltratador, que tuvo su madre por novio, evitando que la golpeará y ayudándola a denunciarlo. Su hijo la protegería de malnacidos.

Y cincuenta minutos después, que a Diego le habían parecido quinientos, allí estaba impaciente pero pletórico de alegría con una rosa roja y un libro para Ana. Ella aparece, se saludan sonrientes, le dice que es su flor favorita y "Romeo y Julieta" siempre había querido leerlo. Ella le besa y se cogen de la mano y comienzan a caminar hacia al parque, y no dejan de hablar y de mirarse a los ojos.

Ella comienza a contarle aquello que tanto duele a su corazón y retumba en su cabeza, esa amargura que quizás la pudo llevar a un psicólogo. Su último novio, cada día más celoso y controlador, cada día más violento, al que por fin hace unos meses desterró de su vida para siempre. Diego acaricia su mano, mientras le dice que a él también le repugnan esos machistas, parecidos al que pretendía ser su padrastro, y aprovecha para relatarle a Ana su historia. Él respeta a las mujeres, y odia cualquier tipo de violencia.

Acaba de comenzar una relación de amistad y quién sabe si de amor de dos jóvenes, con lazos comunes: maltratadores ya superados y deseos de vencer la timidez ... sobre todo el uno con el otro. 

Sevillana Alegre

SEVILLANA ALEGRE.

Como la chica
con la que soñé aquella primavera
después del viaje en tren
qué ansia por recibir sus cartas
en cada una percibía su agradable olor
en cada una su dulce voz sevillana me susurraba.

Como la chica
con la que soñé encontrarme de nuevo
cada noche y día esa primavera.

Yo parecía en otro mundo,
en mis sueños con ella
recordando su alegría y su sonrisa
en mi luna, era feliz.

Su pelo ondulado me hipnotizaba,
sus ojos azabache me ilusionaban,
mi enamorada primavera,
cálido verano,
la hecatombe fue otoño.

Sociable e inteligente

Sociable e inteligente.

No era el mar pero se le parecía. Nadaba muy rápido, incluso de espaldas. Buceé controlando cualquier obstáculo. Mi piel parecía un traje de neopreno, nunca sentía frio. No paraba de entrar y salir del agua, en el borde cantaba y bailaba. Entrenaba cada día saltos acrobáticos ... la gente me aplaudía.

Mi madre estaba orgullosa de mí. Ella andaba enfermita, le quedaban pocos espectáculos que disfrutar. Mi entrenadora lo sabía y lloraba mucho esos días, pues éramos muy sociables, familiares e inteligentes. Humanos y delfines siempre tuvimos buena sintonía.
Dentro y fuera del parque acuático ... la vida continuó ajena a aquella realidad.

Primer viaje

Primer viaje.

No era el mar pero se le parecía, sobre todo para ese niño de 7 años de un pequeño pueblecito. Su primer gran viaje al finalizar el curso en Junio del año 68. Les llevaron a un pantano. Miraba asombrado aquella enorme masa de agua, que bien podría haber sido el Mediterráneo. No quería perder ningún detalle, su retina registraba cada instante.

Aquella noche revivió eufórico cada momento del inolvidable día, relatando la aventura a su tío, que era ciego, y al que emocionó. Ese viaje fue el germen de su ansia de ver mundo y de ser los ojos de su tío.

Alimañas cazadas

Alimañas cazadas.

Acabo de recoger con mi Jeep a mis amigos Pepe y Roberto. Es el primer domingo de caza. Escuchamos en la radio que ayer desapareció un niño de 8 años, en una localidad cercana. Me asalta un pálpito.

Minutos después, entramos en la casa con sigilo. Libero a mi sobrino. Roberto avisa a la Guardia Civil, yo a mi hermana. Mientras nuestras escopetas apuntan al cura y al obispo, esperando a los agentes,  mi dilema: disparo vengándome de estas alimañas pedófilas ... o dejo que actúe la justicia.

El cálido abrazo de mi sobrino me ayuda a decidirme...

Mago vegano

Mago vegano.

Sigo observando mi trocito de cielo, a través de los agujeros del techo. Llevo un mes de sacrificada vida, alimentándome sólo de hojas, dejándome literalmente la piel en varias ocasiones, colecciono anillos que muevo como una acordeón.

Llega mi día estelar, mi espectáculo de magia, me envuelvo cual momia, con un kilometro de mi suave hilo, y después de voces impacientes y faltonas:

- ¡Termina ya de hacer el capullo!!! ...

¡tachán! ... aparece otro ser mágico distinto, con alas. El público, extasiado con el truco de la metamorfosis, aplaude.

Dentro y fuera de la caja de zapatos ... la vida continúa.

Galletas entre balas

Galletas entre balas.

Al otro lado de la ventana  miro inquieta buscando a mi madre. Hoy cumplo nueve años. Seguro que regresará enseguida con mis galletas favoritas.

Veo dos hombres peleándose, el del pasamontañas saca una pistola y escucho tres tiros muy fuertes. Noto que no puedo moverme. Sirenas de policía, un altavoz, más disparos... Pienso que mi madre está en peligro y tiemblo de miedo.

Segundos después, aún agachada oigo el sonido de la cerradura...

- ¡Mamá hay muchos tiros!, me lanzo a sus brazos llorando.

- Cariño son de mentira, están grabando una película, me responde, mientras me besuquea y apretuja.

En los postres

En los postres.

Espero que puedas perdonarme, le dijo Paloma a un sonriente Antonio.
Cenaban los dos y Raúl, dentista de la consulta donde ella trabajaba. Se casarían en tres meses. En los postres, Paloma le explica que ella y Raúl son amantes hace un año, y pretenden que él acepte el papel de marido de cara a la galería. Sólo ellos tres sabrían la verdad.

Antonio sin inmutarse, le responde:
- Tres no ... cuatro. Rocío tu mejor amiga compartió conmigo tu infidelidad con el dentista casado, y ahí empezó mi auténtica felicidad. Ahora mi boda será con ella. Perdonarte ... debería agradecértelo.

Pirómanos involuntarios

Pirómanos involuntarios.

Cuando se prendieron las cortinas de la cocina, la abuela le dijo a Caperucita:
-No aguanto más! ahora mismo llamo a Sherlock Holmes y que trinque al autor del incendio, apuesto por el lobo.

Tras unas pesquisas, comenta con su colega Watson que interrogarán a los sospechosos: al lobo, al lobo de los tres cerditos, a las hermanastras y madrastra de Cenicienta, a la bruja de Blancanieves, a Cruella de Vill, al coyote de correcaminos, sin descartar a los pokemons de fuego.

-Abuela caso resuelto, dijo Serlock, los culpables: Mushu, dragoncito de Mulan y Fújur, dragón de la Historia Interminable, zamparon comida mejicana y ...

Abuela coraje

Abuela coraje.

Deambulo en el metro de Madrid, línea 10, entró en mi vagón, ágil como una gacela, una señora mayor. Se sienta a mi lado, saca los resultados de su analítica, vuelve a sorprenderme al leer, sin gafas, esa minúscula letra. Sonríe y me dice que todos los parámetros están correctos, sanísima como cada año, mañana hará 80 años me confiesa, así da gusto cumplir años. Ojalá pueda llegar yo y en sus condiciones, aunque lo dudo mucho. Mañana preparará una paella y una tarta a toda su familia, incluido su marido, aunque con el Alzheimer, ya casi no recuerda su nombre. Qué mujer tan vital! es una abuela coraje, me recuerda y me hace añorar a mi madre...