Domótica.
Se escucha
ese "pi" infinito, tan irritante, que no me deja en
paz ni de día ni de
noche. Ya no distingo si es la vitro, la alarma, la aspiradora, o cualquier otro
aparato en esta casa repleta de artilugios domóticos. Al principio creí que era
para reclamar mi atención, para ganarse mi afecto y mis elogios. Ahora estoy
convencido que es una sublevación, se han amotinado. Mis nervios ya no soportan tanto pitido continuo, a
todas horas y sin motivo. ¡Decidido! Me mudo a la casa del pueblo, añoro el ruido de
los grillos,
las campanas y
el gallo.