miércoles, 17 de mayo de 2017

Meteorito caprichoso

Meteorito caprichoso.

Desde ese día nadie vende barquillos en el parque. Ese parque donde alimentábamos con  "gusanitos" a los patos, que luchaban por ellos con las carpas "tiburónicas", en el estanque verde oscuro. Parque donde aprendí, con ayuda de mi hermana, a montar en la bici nueva y a equilibrarme sobre aquellos patines de correas y metal. Donde las chapas actuaban como ciclistas, futbolistas o guerreros asaltando castillos. Donde nos columpiábamos deslizándonos en el espacio, los ojos se balanceaban por el cielo. Donde nos precipitábamos por vertiginosos toboganes.

Aquella noche un meteorito caprichosamente eligió ese parque para estamparse. Y el parque se convirtió en un cráter y se inundó de individuos con unos ridículos trajes espaciales. Ahora lo único que se vende son minerales y fragmentos del aerolito. Hoy allí los niños juegan con sus meteóricos drones.


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