El profesional
Ordenó sin pestañear que
disparase ya, se estaba irritando. Cada segundo le subía una gota de ira a su
cabeza. En qué hora le había pedido hacerlo a este inútil. Él sí era un
verdadero profesional en la materia. No le temblaba nunca el pulso y elegía
siempre el ángulo adecuado. Cansado de torpezas, armó el trípode y colocó la
mirilla. La buena fotografía era cosa de expertos.
¡Cómo juegas al engaño!
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