Mundo de Silencio
Ninguno de los niños
agazapados de rodillas en el arcón era Tomás. Él odiaba los aspavientos y
miradas de reproche de los demás cuando corrían tras el balón. Prefería jugar a
solas al puzle y a la peonza. Le buscaron en la alacena, bajo las camas y dentro
de las tinajas. Registraron el pajar, los establos y el huerto.
Tomás ha encontrado un
buen escondite, tras la puerta oculta, está sentado y encogido en ese hueco
oscuro, junto a unos fajos de papeles sujetos con gomas. Su madre le encontrará
seguro, porque en sus labios siempre lee: ”Tomás eres mi tesoro”, y aquí junto a
él están los cristalitos de colores que ella se cuelga del cuello los días
especiales.
Niño solitario el pequeño Tomás, seguro que llegará lejos.
ResponderEliminarMuy bonito, Pablo.