viernes, 24 de mayo de 2019

Diálogo Eva y San Pablo (Convergencias)


Diálogo Eva y San Pablo (Convergencias)

—Hola Saulo, bueno perdona, debo llamarte Pablo, te cambiaste el nombre. ¿Cómo te va?

—Aquí me tienes con la mano agotada de tanta epístola a todos los pueblos, estresado, no doy abasto. ¿Y tú qué? ¿Paseando por los parques naturales? Vaya vida te pegas, Eva.

—Paseando dices… desterrada del Edén por la puñetera serpiente. Me presentó aquella manzana golden tan reluciente, con el hambre que yo tenía. Ojalá hubiese sido carnívora porque le habría arrancado la cabeza, a la rastrera, y me la hubiera zampado. Desde aquello tengo fobia a las frutas.

—Anda y yo odio a los cuadrúpedos desde que me tiró el caballo. Menuda costalada me pegué. ¿Y Adán dónde anda?

—Acabé abandonándole, insistía encadenado allí en la puerta del paraíso con una pancarta “Adán reingreso al Edén”, peloteando a Dios, que él no había desobedecido. El acusica me echa a mí toda la culpa, menudo egoísta. ¡Que le den!

—Si quieres que interceda por ti, yo con el hijo tengo un poco de mano, hablo con Jesús y malmeto sobre la falta de solidaridad de Adán contigo. Eso sí, a cambio ayúdame con las epístolas que no me da la vida.

—Trato hecho, Pablete. Cuando charle con el padre, elogiaré tus virtudes, tu trabajo incansable y le recordaré las negaciones del Pedrito.


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