jueves, 22 de febrero de 2018

La Fontana


La Fontana.

Con los pies a remojo mientras pescaban las monedas arrojadas por los viajeros ilusionados con la leyenda de volver o encontrar el amor. Bajo la mirada barroca de los petrificados caballos y el dios del océano. A esta hora en que los transeúntes se mecían en las redes de Morfeo. Durante el día los turistas se embelesaban con la belleza de la fuente y también era un caladero perfecto donde echar el anzuelo, ante el descuido de móviles y tablets fáciles para estos pícaros pescadores.

La merma de ingresos de miles de monedas durante quince días para las arcas del consistorio, unida a la evaporación del recién estrenado iphone de más de mil euros a un sobrino del alcalde en aquella plaza, fue el detonante para que esa madrugada la zona se blindara de cámaras. Los astutos pescadores sondeaban ahora el nuevo emplazamiento para sus capturas.

1 comentario:

  1. Otra Fontana habrá donde pescar, la picardía no tiene límites.
    Me gustó mucho el relato.

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