Marginado.
Hacía casi
dos milenios que lo habían crucificado, así nos lo han relatado los cuatro
evangelistas. Tras aquella cena de despedida con sus doce supuestos amigos. Uno
le negó tres veces y otro le dio aquel beso delator en el huerto de los olivos que
le llevó a la muerte, corrompido por
esas treinta monedas. Su nombre quedó como sinónimo de traidor, falso, desleal.
El peor insulto: ¡Eres un judas!. Y resulta que entre los doce había otro
Judas: Tadeo, pero éste quedó olvidado, arrinconado, como un mero figurante.
Quizá injustamente marginado y discriminado como otros tantos personajes a lo
largo de la historia.
Es lo único que se me ocurrió con esa frase fija de partida
ResponderEliminarComo vas a acordarte de Judas Tadeo?; ¿No es el patrón de los imposibles o de las causas perdidas?, por eso su nombre se quedó perdido entre tanta historia fantástica, pero eso sí, bíblica.
ResponderEliminarMuy original, Pablo.