Chantajista.
—¿Me oyes? Ni fiesta ni “fiesto”, jovencita estás
castigada, el colmo ya, chantajear a la profesora — la voz de su madre denotaba
furia. Pero ella no podía perderse el acontecimiento del año, así que escudriñó
en los secretos inconfesables de su progenitora. Y esa noche le dirigió una
sonrisa mafiosa a su madre mientras le entregaba una nota en la que decía: “¿Castigada?
Creo que a papá no le agradaría verte tan fogosa con tu entrenador personal. Poseo
el video. Fue fácil sobornarle. Volveré a la hora del desayuno”.
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