Vendetta
Como un enjambre después
de recibir la pedrada de un niño, así está ella destilando veneno y con ansia
de clavar sus uñas como aguijones de avispas africanas. Él es el culpable de su
furia, por destriparle el asesino misterioso cuando le quedan unas páginas para
descubrirlo en el libro al que lleva enganchada tres semanas. Con la rabia en
el estómago se levanta y le ofrece ese postre, que él siempre termina como un
gato con su lengua rebañando el plato. Hoy ese tiramisú lleva otro ingrediente
secreto muy personal.
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