Por las bravas
Aquí
se instalaron de repente. Fue un despertar y seguir inmerso en la pesadilla
real. Humos a todas horas. Ruidos de descargas de mercancías, camiones,
furgonetas y motos de repartidores. Con las ventanas abiertas era imposible descansar,
adiós a las siestas. Llegaron los nervios desquiciados y los atracones de
ansiolíticos.
Nos
reunimos con el concejal, tachado de corrupto, que aseguró que cumplían la
legislación. Nos manifestamos. Yo siempre he sido de luchar por los cauces
legales. Todas las movilizaciones en balde, estábamos desesperados. Pensé en
vender mi casa, pero en esas semanas había perdido la mitad de su valor.
Entonces
mi vecino, que era segurata, harto de la angustia interminable decidió actuar a
su manera. Tenía muchos contactos. Movió sus hilos. En los medios primero las
ratas y poco después las cucarachas campando entre la comida, dejaron su imagen
por los suelos. Sumado a la grabación del concejal aceptando soborno dieron la
puntilla a las cocinas fantasmas.
Por
fin, él vuelve a dormir tras sus guardias de noche y yo vuelvo a babear en mis
siestas. La tranquilidad habitual del barrio ha regresado por las bravas.
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