miércoles, 30 de noviembre de 2016

Venciendo la timidez

Venciendo la timidez.

Y le rozaba los dedos al entregarle el paquete de chicles, su excusa diaria para verla. Sin parar de mirarla, ensimismado, algo ruborizado, su corazón acelerado. No podía quitársela de la cabeza desde que compartieron pupitre y sonrisas nerviosas en la prueba de Selectividad dos semanas atrás. Un día después ella comenzó de cajera del supermercado del barrio.

Cada noche consensuaba con su mente y su almohada las palabras apropiadas para dirigirse a ella, pero cada día ya en la caja, su timidez vencía, dejándole mudo. ¡De mañana no pasa!, se repetía.

Le asaltó  una idea, sí eso haría. Se informó de su hora de salida. La siguió a cierta distancia, y vio en qué portal entraba. Muy temprano a la mañana siguiente, tras aquella tarde y noche emborronando hojas, para poder expresarle todo lo que rondaba por su cabeza y su corazón, cuidando su mejor caligrafía. Se deslizó en aquel portal y localizó el buzón donde figuraba: Ana Santana Bandera, ese nombre y apellidos que grabó en su memoria el día del examen. Allí depositó esa carta y todas sus esperanzas.

No se atrevía a entrar al supermercado, estaba bastante más nervioso que en el examen de Selectividad. Habría leído Ana ya la carta que le dejó ayer ... Desde el pasillo de la panadería ya puede verla, su sonrisa radiante y sus gestos agradables. Se acerca muy despacio, temeroso, lleno de dudas, pero tan ilusionado como cuando aún creía en los reyes magos, frente a su regalo.

Por fin sus miradas se encuentran. Ella parece sonreír abiertamente. Será buena señal, se pregunta en su mente, ¡ojalá que sí!. Ya está frente a ella. Y de repente aquellas palabras:

-Hola Diego, compi universitario. Yo también soy tímida. Te he visto todos los días comprando chicles. He leído varias veces tu carta, y tu poesía, son lo más bonito que me han escrito nunca, le dijo mientras asomaba ligeramente el sobre en el bolsillo de su uniforme. Dentro de una hora salgo, ¿me esperas en la puerta? Tenemos tanto que contarnos ... Yo también quiero conocer todo sobre ti y que sepas todo sobre mí.

- ¡Claro que sí, te estaré esperando Ana! 

Aquella hora se le hizo eterna, y qué largos esos 15 días desde que la vio por primera vez. Pero ahora estaba feliz, y todo había merecido la pena. Sabe que ella va a ser la primera persona a la que va a confiar sus sentimientos, sus secretos que nadie conoce, y sobre todo cómo él se enfrentó a aquel maltratador, que tuvo su madre por novio, evitando que la golpeará y ayudándola a denunciarlo. Su hijo la protegería de malnacidos.

Y cincuenta minutos después, que a Diego le habían parecido quinientos, allí estaba impaciente pero pletórico de alegría con una rosa roja y un libro para Ana. Ella aparece, se saludan sonrientes, le dice que es su flor favorita y "Romeo y Julieta" siempre había querido leerlo. Ella le besa y se cogen de la mano y comienzan a caminar hacia al parque, y no dejan de hablar y de mirarse a los ojos.

Ella comienza a contarle aquello que tanto duele a su corazón y retumba en su cabeza, esa amargura que quizás la pudo llevar a un psicólogo. Su último novio, cada día más celoso y controlador, cada día más violento, al que por fin hace unos meses desterró de su vida para siempre. Diego acaricia su mano, mientras le dice que a él también le repugnan esos machistas, parecidos al que pretendía ser su padrastro, y aprovecha para relatarle a Ana su historia. Él respeta a las mujeres, y odia cualquier tipo de violencia.

Acaba de comenzar una relación de amistad y quién sabe si de amor de dos jóvenes, con lazos comunes: maltratadores ya superados y deseos de vencer la timidez ... sobre todo el uno con el otro. 

1 comentario:

  1. Este relato primero lo hice corto para la radio, pero luego lo fui llenando de más contenido e historias de los personajes. Mezcla de romance de tímidos, con tintes de maltratos cercanos que les habían fortalecido.

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