viernes, 21 de junio de 2019

Pintor


Pintor

El capataz me ha dado las instrucciones y estoy en medio de esta gran sala rodeado de pinturas de colores, brochas y la enorme escalera. A medida que subo los peldaños recuerdo mi fantasía de niñez, la de ser un artista del renacimiento reencarnado. Y rememoro aquellos castigos frecuentes, sin paga, sin ir al cine, sin helado, por cuestionar las enseñanzas y por desobedecer las órdenes, yo era muy incrédulo y terco.

Horas después he terminado el techo del parlamento. Escucho la puerta, es el encargado y tres hombres con corbata. Él levanta la vista e intenta gritarme, se lleva las manos al pecho y se derrumba. Mientras le auxilian, observo mi juicio final con Eva y Dios, en mi versión femenina, besándose en los labios. Sin rechistar, acepto mi despido como pintor de brocha gorda.

2 comentarios:

  1. Vaya osadía!. Has mostrado una imagen muy moderna sobre el amor divino.

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  2. Aquí el único artista eres tú, Pablo, que sí que lo pintas bien.

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