Tiovivo vital
La
boca seca. Las palabras ensayadas se encogen cobardes. Incapaces de asomarse en
este escenario. El pánico se ha adueñado de sus cuerdas vocales. Su rostro
ruborizado le delata. Los primeros balbuceos apenas los escucha el cuello de su
camisa. Por suerte para él, esos susurros llegan a oídos de este jubilado, que
se siente reflejado en ese calvario de pedir en un vagón del metro. En su época
de vacas flacas se vio obligado a mendigar. Se le acerca y le rescata de una de
las mayores deshonras de un ser humano. Le lleva a un almacén, él es un
organizador del banco de alimentos del barrio, aquí sin dejar la tarea todos
saludan a Quique. Le hace gracia, así era conocido su padre, al que siempre dio
por muerto sin estarlo, del que nunca habló con nadie, de quien siempre renegó.
Remangados ambos para aligerar la cola del hambre. Se queda estupefacto al ver
tatuado en el brazo de su ángel de la guarda el apodo cariñoso de su madre.
Mi ocurrencia y propuesta para la página ENTC(Esta Noche Te Cuento) con el tema: La confusión y la vergüenza.
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