Pibón
Tener
un cuerpo escultural y mi ansia por ser un discóbolo derivaron en un trágico
final. Desperté la pasión en el primer hombre que salió del armario y la furia
de Apolo, que también me amaba, le arruinó la vida. Por si fuera poco, un dios
del viento también bebía los ídem por mí. Cierto día cuando Apolo me enseñaba a
lanzar el disco, su cólera de celos enfermizos hizo que el disco regresara cual
bumerán y me abriera la cabeza. Para mí era el final de un príncipe espartano
en la flor de la vida, para los coléricos dioses un simple daño colateral.
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