martes, 30 de noviembre de 2021

EL RITMO. Microrrelatos de 140 caracteres.

 TEMA: EL RITMO.

 

FINALISTA

Cuando el capataz les pidió más ritmo, los vendimiadores se pusieron a bailar.

 

COMENTARIO DEL JUEZ: Divertida reacción de los vendimiadores ante la orden del capataz, interpretable en dos direcciones.

 

El niño al escuchar que su padre había sufrido una arritmia, le dijo: “No te preocupes papá, yo también pierdo los pasos al bailar”.

 

COMENTARIO DEL JUEZ: Cuento que pretende proyectar sobre la dura realidad adulta la visión siempre tierna e ingenua de los niños. Interesante tentativa.

 

El velocista salió con un ritmo endiablado. Nadie le avisó que estaba en el maratón.

 

COMENTARIO DEL JUEZ: Chistosa confusión del protagonista. Caricaturesco.

 

Los bailaores perdieron el ritmo cuando el payo quiso acompañar con palmadas la sevillana.

 

COMENTARIO DEL JUEZ: La proverbial repulsa de algunos gitanos a que los payos imiten su manera de dar palmas. Divertido.

 

En la empresa plena de burocracia el director ordenó al nuevo que bajase el ritmo porque ponía a todos en evidencia.

 

COMENTARIO DEL JUEZ: La idea, sarcástica, no está mal, pero quizás le falte misterio.

 

El cardiólogo sufrió una arritmia tras empacharse de panceta al ritmo de orujos y sensuales lambadas con su paciente. 

 

COMENTARIO DEL JUEZ: Vaya mezcla deletérea de placeres. Cómico.

 

 

Las noches del martes los vecinos bailan y cantan al ritmo de los bafles, mientras: aspiran, cocinan, planchan, centrifugan…

 

El detective descubrió al payo en el tablao flamenco cuando comenzaron las palmas. 

 

En la facultad el ritmo para tomar apuntes era tan frenético que no entendía su propia letra. Compró una grabadora.

 

El ritmo de los pitidos de la UCI martilleaba mi cerebro y desconecté todos los monitores, señor juez.

 

En la empresa plena de burocracia el director ordenó al nuevo que bajase el ritmo, desconocía que era hijo del dueño.

 

Frenó en seco el ritmo con el que tocaba la batería cuando su enojado vecino, apodado el sicario, le mostró el revólver.

 

El sonido de “Carros de fuego” en los últimos kilómetros aviva el ritmo de las zancadas apagadas de los maratonianos.

 

Simulaba ser muy patoso para seguir el ritmo de la música y siempre conseguía que las chicas le enseñaran a bailar.

 

Tenía tal sentido del ritmo que bailaba incluso los soniquetes de la misa. 

 

El marchador impone siempre un ritmo tan infernal que le apodan “El Diablo Cojuelo”. Ignoran que Ángel es sacerdote.



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